Atravesando montañas

Babia - Madrid en bicicleta

Julio de 2020
Lago entre montañas en la zona de Babia. Al fondo se ven escarpadas montañas asturianas.

Nuestro viaje empezó en Babia, región de impresionantes valles, montañas y lagos.

El domingo por la tarde salimos del valle y, sin haber comprado toda la comida que hubiéramos querido, nos empezamos a adentrar en las montañas, por la carretera de Mena de Babia hacia Murias de Paredes.

Un chico empuja una bici por una cuesta muy empinada. El entorno es muy verde y luminoso.

El lunes empezamos lo que sería el día más duro del viaje (y probablemente el más bonito). Después de pasar Murias y Montrondo abandonamos los caminos asfaltados y durante el resto del día continuamos por caminos de tierra, piedras y arena. Durante gran parte de las subidas no nos quedó otra alternativa que empujar la bici.

Santi inventó un sistema que hizo posible empujar las bicis durante tanto tiempo: atar una cuerda al manillar y usarla a modo de riendas desde la parte de atrás de la bicicleta.

Paisaje de montañas con muchas profundidades y tonalidades de verde.

Las subidas se ven totalmente compensadas al llegar a las cimas, y durante el descenso. Durante todo el día solo nos encontramos con gente en los pueblos o carreteras asfaltadas, pero nunca en el camino.

Después de la subida desde Montrondo descendimos hacia Fasgar, donde descansamos en un curioso bar y tuvimos peculiares convesaciones con los locales. Desde Fasgar nos incorporamos al camino olvidado, volviendo a subir una cuesta de tierra infinita.

Un ciclista a lo lejos descendiende por una pradera entre montañas.

Por la tarde llegamos a la cima, de donde se ve el impresionante valle de campos. Empezamos a adentrarnos en el valle que nos llevaría a Colinas. El camino empezó a volverse cada vez más estrecho, pedregoso y menos ciclable.

Curva de un valle muy cerrado. A la derecha, por delante, una ladera y por la izquierda la otra. Hacia abajo hay bastante vegetación, mientras que las cimas son más rocosas. Luz matutina.
Tienda de campaña montada en un risco, con una bicicleta a su lado. En el fondo se ve una ladera cubierta de vegetación.

Estabamos agotados y decidimos plantar la tienda en un balcón de una ladera.

Foto muy oscura. Se intuyen los perfiles de las montañas de un valle y se ven en las nubes los colores rojizos del final del atardecer
Un saco de dormir extraviado en medio de un camino pedregoso de montaña.

A la mañana siguiente nos despertamos y fuimos a buscar el saco de Adrián, que había perdido empujando la bici entre las piedras.

Este día se nos hizo mucho más llevadero. Al cabo de un rato el sendero volvió a ensancharse y a hacerse cada vez más transitable, por lo que pudimos volver a montar en las bicis. Llegamos a Colinas, un precioso pueblo encajado en la montaña, dividido por el río y con casas de piedra y techos de pizarra.

Desde ahí empezó el largo descenso que nos llevó hasta Igueña (donde al fin conseguimos comprar comida), Folgoso de la rivera, la Rivera de folgoso, Bembibre, Calamocos, Onamio y Molinaseca.

Vista desde una ladera del pueblo de Molinaseca. En el segundo plano se ve el pueblo y unas antenas de telecomunicación. En el fondo los montes leoneses.

Ahora hemos parado algunos días en Molinaseca, en casa de amigos.

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